Siempre digo que la Nintendo DS me cambió la vida, y la verdad es que lo hizo de más de una manera. La que para mí es, básicamente, la consola con el catálogo más creativo de todos los tiempos supuso un antes y un después en mi manera de ver el videojuego, y quizás ni siquiera estaría escribiendo estas líneas si no hubiese llegado a mis manos un año 2004 en el que, además, pasaron muchas otras cosas más relevantes que, la verdad, a mí me importan mucho menos. De esto quizás puedo hablar en profundidad otro día. El caso es que, en parte, la perspectiva romántica que tengo sobre ella viene de que también es la última consola que recuerdo disfrutar sin la presión de tener que completar algo. De acabar con esa “pila de pendientes” eterna, de juegos que “tenemos” que jugar porque son muy buenos, o porque nos los han recomendado, o porque tienen notas muy altas en Metacritic o en nuestro medio de comunicación de referencia.
Cuando tenía once o doce años me regalaron una tarjeta R4, como a básicamente todos los niños de once o doce años de la época. Juraría que antes de ese momento nunca había tenido un cartucho pirata; apenas sí había utilizado emuladores. Así que, cuando llegaba del colegio, me sentaba delante de ESPALNDS.com, una página web de roms para Nintendo DS. Solían actualizarla cada par de días con los nuevos lanzamientos. Yo exploraba sus páginas escrupulosamente y descargaba y probaba cada título que subían, incluso si a priori no me interesaba. Jugaba quizás media hora, o una hora; si pasada esa barrera el juego no me gustaba, pasaba al siguiente. Jamás sentí remordimiento por dejar algo atrás. Tampoco por echar, digamos, 60 horas a un juego que claramente podría haberme terminado en diez. Es más: ¿me importaba siquiera cuánto durase un videojuego?
Evidentemente, el principal factor diferencial del asunto es que ya no tengo doce años, ni el tiempo que tenía cuando tenía doce años, ni la ilusión o la paciencia. Ni siquiera las ganas. No soy lo suficientemente naive como para pensar que puedo jugar a videojuegos de esa manera otra vez.
Pero quiero intentarlo.
En qué consiste esta página
Simplemente quería crear un pequeño espacio en el que hablar de juegos retro, de modding, de consolas o de lo que me apetezca en ese momento. Siempre siento que hablar sobre videojuegos, incluso recreativamente, está extraordinariamente limitado a los lanzamientos más recientes o las cosas que están de moda. Esa parte la tengo más bien cubierta con mi trabajo, así que quería establecer un par de reglas para el rincón Anti-FOMO:
Que no haya FOMO. El acrónimo significa “Fear Of Missing Out” en inglés, es decir: el miedo a perdernos cosas, a no estar en el momento. A efectos prácticos de este pequeño proyecto eso significa que voy a jugar lo que me apetezca cuando me apetezca. Al mismo tiempo, voy a intentar contaros las cosas en unos términos un poco relajados. Quiero extirpar de mi vocabulario expresiones como “tenéis que jugarlo” o “no sé qué hacéis, si no lo estáis jugando ya” o lo que sea. Si algo os gusta, me encantará saber que lo habéis probado y qué os parece. Mañana. En seis meses. En 2067. ¡Los videojuegos no caducan!
Relacionado con esto, la periodicidad es… la que me nazca en el momento, la verdad. No quiero daros la chapa, y tampoco quiero forzarme a jugar cosas cuando no puedo o no me apetece para generar contenido. El reverso de esto es que os hace saber, positivamente, que si leéis sobre un juego aquí, lo he jugado y lo he escrito todo por amor.
Espacio seguro de juegos lanzados posteriormente a 2013. Creo que imponerme una auto-limitación en este frente me va a hacer tomármelo más en serio y explorar fuera de mi zona de confort habitual. No es que considere que el límite de lo “retro” está en ese año, ni nada parecido. He tomado como límite el año en el que se lanzó la PlayStation 4 porque parece razonable pensar que muchos jugadores actuales empezaron a jugar en ese momento o, como mucho, un poco antes. También he querido darme a mí misma margen para obsesionarme con, no sé: algún RPG raro de Xbox 360 que hayan jugado un total de seis personas.
Hardware original siempre que sea posible. Esto es una preferencia personal. Para mí, gran parte del encanto de explorar juegos retro tiene que ver con resolver el “puzle” de cómo jugarlos. A veces querer jugar un juego en específico me ha llevado a descubrir otros siete mientras los buscaba en tiendas o en plataformas de segunda mano; en otras ocasiones, un título ha sido una excusa para acabar haciéndome con una consola que nunca tuve y restaurándola y actualizándola para que su uso sea más cómodo. No creo que no vaya a caer en usar reediciones o remasters de vez en cuando, pero voy a intentar ser fiel a esto.
Gratis. El universo y, en concreto, mi existencia tendrían que cambiar de maneras radicales y trágicas como para que en algún momento quisiese monetizar esto. Así que simplemente he desactivado la posibilidad de suscribirse a la newsletter y al blog. Si sentís la necesidad de recompensarme por haberos cambiado la vida, podéis invitarme a un café. Los prefiero analógicos, pero entiendo que habrá quien sienta más conveniente que sean digitales.

¿Por qué has hecho esto?
Sinceramente: porque echo de menos escribir sobre videojuegos por ocio, y porque soy muy feliz jugando juegos retro.
Por primera vez en muchos años tengo un set-up de consolas de (casi) todas las generaciones fácilmente accesible y funcional que me permite, básicamente, jugar a casi cualquier cosa que me apetezca en cuestión de minutos. Estoy muy satisfecha con ello y me ha hecho pensar en el medio y en por qué disfruto de ello de manera distinta; en esencia, agobiarme menos con la inmediatez y dejarme guiar un poquito más por la curiosidad y las ganas. Supongo que tengo la pequeña esperanza de generar un efecto así sobre los demás, también.
Paralelamente, porque cada vez me siento menos cómoda hablando sobre videojuegos retro en redes sociales. Respeto - más o menos - el coleccionismo como hobby, pero el declive de Twitter me ha generado mucho hastío a compartir ciertas cosas en público. Personalmente me da igual cuánto cuestan los juegos, en qué estado están, cómo de valiosos (o no) son y cuánto debería haber pagado por ellos. Siento que la inmensa mayoría de conversaciones sostenidas sobre títulos o máquinas acaba en esto: con alguien diciéndome que no debería haber modificado esta consola, abierto este juego, o comprado esta edición si no tiene manual. A mí, personalmente, me lo amarga un poco.
Bueno. Y también por una cosa más…
Operación Sega Saturn
Una serie de circunstancias totalmente aleatorias me llevaron a obsesionarme con tener una Sega Saturn hace unos meses. Afortunadamente a mi padre se le da fatal hacer regalos y no sabía qué comprarme por mi cumpleaños; se le ocurrió preguntarme que quería y a mí se me encendió una bombilla, como a un dibujo animado.
Total: que ya la tengo entre mis manos. Aunque me costase un poco abrir el paquete.
Uno de los motivos por los que la idea de tener una Saturn me gustaba tanto era porque básicamente no sé nada de ella. O sea: conozco las sagas míticas y he jugado a la mayoría de los arcade que se portearon para ella, pero en general he profundizado muy poco en su catálogo. Me parecía interesante plantearlo como un proyecto a largo plazo. Usar 2025 (y, no voy a mentir: seguramente 2026, 2027, 2028 y más) para ir jugando, poquito a poquito, todos los juegos clave de la plataforma.
Preguntando a amigos y conocidos y seguidores varios, y un poco guiándome también por mis preferencias personales, hice una lista de todos los juegos que quería probar. Insisto en probar: no pretendo pasármelos todos ni nada parecido. Quiero echarles un vistazo, y quedarme en los que más me gusten o en los que me parezcan interesantes.
Saturn Bomberman está el primero de la lista por un motivo. Todo este agujero de gusano mental vino, en parte, por un vídeo que hablaba de lo guay que es Saturn Bomberman. De alguna manera, no creo que el vídeo sea particularmente bueno explicando las virtudes específicas del juego, pero sí deja claro, con emoción contagiosa, que Saturn Bomberman es un juego muy carismático y muy especial. No digo esto en detrimento del creador: todos hemos estado ahí. Creo que, en ocasiones, hablar de las cosas que tenemos más cerquita del corazón en términos específicos es más difícil. El amasijo de sentimientos, de sensaciones, de recuerdos es a veces tan enrevesado que desenredarlo de los hechos, los datos, las mecánicas es muy complejo. Prefiero escribir 5.000 palabras sobre un juego que no me importa que intentar desgranar, pieza a pieza, por qué me gusta tanto Spelunky.
Lo importante es que el vídeo tenía una emoción radicalmente contagiosa que me hizo querer saber más del juego. Uno que me llevó a obtener una consola; una consola que, claro, ya sabía con qué juego iba a estrenar.
Saturn Bomberman me está encantando.
Pero este post sólo es una introducción, así que hablaremos de eso otro día.
El caso es que no tenía un orden preferido o lógico a través del cuál escoger los siguientes juegos que iba a jugar. Así que hice lo que cualquier persona lógica haría: los metí todos en un randomizador, y dejé que el azar escogiese mi destino.
Grabé el momento de selección del siguiente juego como si tuviese algo que demostrarle a alguien o a alguien le importase realmente porque, como siempre, lo importante es la actitud.
En resumen: el siguiente juego que jugaré será Layer Section (1995). Un shoot ‘em up que quizás conocéis por otros nombres. Se llamó originalmente RayForce, cuando salió en arcades en Japón; las versiones de Saturn se renombraron como Galactic Attack en Europa y Norteamérica. Después, el juego se relanzó en arcades en algunos países europeos con el título “Gunlock”.
Los noventa eran graciosísimos.
A mí los shmups se me dan fatal, así que se me ocurre que va a ser una experiencia curiosa.
Pero eso os lo cuento en la próxima newsletter.
Bendita Nintendo DS. Justo el sábado pasado mi novia se compró una Lite por Wallapop con un cartucho M3 para darle a NDS y GBA. Se lo está pasando genial en los dos días que lleva y me ha contagiado querer pillar una microSD más grande para rememorar viejos tiempos con mi antiguo R4. También me pillé hace unos meses una RG 35XX SP para poder rascar el picorcito cada vez que me apetezca algo retro. Igual no es lo ideal, pero es lo que encaja en mí ahora mismo.
Me mola todo lo que te he leído y tengo ganas de seguir este viaje. ¡A por ello!
Sé que, siendo suaves, digamos, las elecciones de mi RPG personal no fueron las acertadas y la cosa no fue nada bien en el pasado, te pido disculpas. Pero quisiera aparcar aquello y al menos seguir disfrutando de lo que haces y animarte a seguir con ello. Me ha encantado el post. Disfruta de Saturn Bomberman, como dices, un juegazo. Y sí, comparto tu hastío con lo que se ha convertido Twitter y el coleccionismo en algunos sectores. Al menos quedan rinconcitos como este. Qué vaya bien!